Las actividades que propongo son espacios de exploración donde se ofrecen las condiciones necesarias para que cada participante pueda contactar su existencia en relación a los demás, a él mismo y al mundo en el que evoluciona.
Cada propuesta es específica pero en la base de cada una de ellas, la orientación es parecida:
- Intentar dar espacio a lo que está presente en cada uno y a la experiencia corporal relacional vivida en la interacción, sea la que sea. ¿Qué nos ocupa? ¿Qué observamos de nosotros? ¿Qué hacemos con ello? ¿Nos lo permitimos? ¿Lo impedimos?
- Experimentar la palabra, en terapia individual o en grupo, como una prolongación de la misma experiencia corporal relacional
- Hacer la experiencia del grupo en sí mismo, como una entidad a parte completa ¿Qué nos hace percibir? ¿Qué nos revela de nosotros mismos?
La RELACIÓN, en lo que nos hace vivir, genera todo tipo de sensaciones, movimientos, violencias, escapes, reacciones. Esto nos puede conducir a hacernos espacio o no, a que nos hagan espacio o no. Estas experiencias nos tocan profundamente, movilizan “nuestra materia”, nuestro cuerpo profundo. A veces nos dan acceso a lugares de nosotros mismos a los que no podemos llegar solos.
Mantenidas en el tiempo, estas experiencias permiten que un movimiento de transformación, (sutil, discreto y del que, a menudo, nos damos cuenta a posteriori) pueda engendrarse y vivir en nosotros.
Así es cómo esta exploración se vuelve “terapéutica”, no por el saber sino por la experiencia compartida que hacemos los unos de los otros y por el que esta experiencia, lentamente, pueda existir tal y como es.