Esta búsqueda profesional y personal me ha conducido en primer lugar a implicarme yo misma en la experiencia que hago de mi propio cuerpo.
Seguidamente me ha llevado a proponer una forma de exploración de uno mismo y de la relación que he llamado Exploración Corporal Relacional. Esta exploración intenta dar espacio a la vida de cada uno, tal y como es. No propone, a priori, definiciones, métodos o soluciones para cambiarla. Nos invita, a cada uno de nosotros, a intentar “recibirse” como pueda, en una relación terapéutica a dos o a un grupo.
Esta exploración me ha llevado a tomar conciencia, poco a poco, de:
- que la experiencia/vivencia que hacemos de nuestras propias vidas se sitúa en una RELACIÓN fundamental a los demás y al mundo y que esta RELACIÓN es determinante
- que dicha RELACIÒN es múltiple y compleja e implica tanto al paciente/cliente cómo al terapeuta
- que la experiencia de esta RELACIÓN se sitúa a todos los niveles del ser (sensorial, afectivo, cognitivo) y que puede ser observada a estos diferentes niveles tal y cómo se experimente
- que esta experiencia se sitúa en el cuerpo físico que tenemos pero vinculado constantemente al cuerpo que somos.
Este “cuerpo que somos”, lugar de nuestra “presencia”, recibe y expresa toda la complejidad de nuestras interrelaciones únicas con mundo en una síntesis inmediata de donde puede emerger SENTIDO.
¿Cómo toma cuerpo esta presencia a uno mismo? ¿Cómo podemos percibirla, soportarla? ¿Cómo podemos “recibir” lo que la “presencia” de los demás nos hace vivir?.
La exploración que propongo está encaminada a tomar o recibir consciencia de estas presencias en lo concreto de nuestras vidas relacionales y/o en situaciones terapéuticas.
Esta experiencia despierta múltiples preguntas, abre nuevos ángulos de vista, da un espacio a lo que ignoramos de nosotros mismos y a lo que permanece inconsciente o poco soportable, trayendo así una cierta transformación de nuestras vidas.